Para sobrevivir al GTU habrá que razonar en tercer grado (segunda parte)

Hace dos meses dije… Nunca volveremos a la normalidad de antes del GTU,  y así ha sido, pues mientras se hagan tests de ruleta rusa, seguirán saliendo positivos, sin importar si el test se hace a una papaya, a sangre congelada del 2017 o a los huesos de un dinosaurio del museo.

El mes pasado hablamos de razonar en tercer grado para salvar la vida, la libertad y la dignidad. Para sobrevivir al GTU habrá que razonar en tercer grado

El asunto se va complicando, como estaba previsto, el problema es que no estamos habituados a razonar en tercer grado, pues desde pequeños nos han dicho que hay que delegar las cosas importantes en los expertos, y nuestros defectos ancestrales que llevamos de serie nos han empujado a creerlo. ¡Es tan cómodo delegar todo en las manos de los expertos e irse al bar a jugar al dominó!

A los seres humanos no nos gusta tomar decisiones importantes. El motivo está claro: si tomamos decisiones, en algunas nos equivocaremos y no podremos echarle la culpa a nadie. En cambio, si delegamos todo en los demás, siempre tendremos un chivo expiatorio al que echarle la culpa de lo que pase, manteniendo nuestra vanidad impoluta.

La realidad es que no se puede delegar en las cosas importantes. Cualquier razonamiento que pase por delegar total o parcialmente la salud, el dinero, la educación de los hijos, la dignidad o la libertad, es un razonamiento incorrecto.

Vamos a repasar que otras condiciones debería cumplir un razonamiento avanzado para que no nos explote en la cara:

TERCER GRADO

Cualquier razonamiento debe tener previsto al menos llegar al tercer grado. O sea, analizar una acción, luego tener en cuenta las consecuencias que producirá esa acción cuando se ejecute, y tratar de imaginar los efectos que producirán las consecuencias cuando se estén produciendo. Lógicamente, todo esto se hace para tratar de conocer los efectos indeseados de cualquier acción antes de aplicarla, y administrar la estrategia adecuada para que nadie salga mal parado.

ESCALA DE VALORES

Ninguna acción nuestra ni ninguna de sus consecuencias debe perjudicar a otros seres vivos (incluidos nosotros mismos).

Tampoco debe perjudicar al medio ambiente (como usar una mascarilla cada 4 horas, o usar toneladas de plásticos de un sólo uso con la excusa del papayavirus supercontagioso).

No se debe contribuir a contaminar los acuíferos usando desinfectantes a toneladas que acabarán matando la vida de las aguas.

Hay que respetar la dignidad del resto de seres humanos, y exigir que respeten la nuestra. Aunque el bozal, el burka o cualquier cosa que cubra mi rostro me favorece, es indigno que me obliguen a llevarlo.

Hay que respetar la libertad de los demás, que tiene como frontera justo donde empieza la nuestra.

ÍNDICE DE PRIORIDADES

A la hora de razonar es conveniente aplicar un índice de prioridades, es algo que parece muy obvio, pero la realidad es que casi nadie lo aplica.

Un ejemplo: vamos por la calle con un niño que lleva una bicicleta, alguien apuñala al niño y le quita la bicicleta. Tenemos que taponar la hemorragia del niño y dejar que el ladrón escape con la bicicleta. Aunque este caso es muy obvio, se producen miles de casos parecidos en el mundo en los que la gente reacciona al revés.

En el momento actual alguien ha apuñalado las arterias económicas del planeta Tierra, y mientras el mundo va a morir desangrado, la gente se dedica a pedir más gasto en tests basura y plásticos contaminantes para protegerse del fantasma de un virus.

Si se hubiera aplicado correctamente un índice de prioridades, antes de gastar un duro se tendría que haber pedido el estudio del aislamiento de la mascota de moda, luego habría que pedir la evidencia de que la mascota es capaz de infectar a personas sanas, a continuación había que comprobar la fiabilidad de los test (cosa que hizo correctamente el presidente de Tanzania), y por último habría que haber mandado a la OMS (Organización Mafiosa de la Salud) a picar piedra a cadena perpetua no revisable.
INFLUENCIAS

Un razonamiento es una ristra de pensamientos que, al unirse, forman un concepto diferente a cada uno de los pensamientos que lo componen por separado. Mientras se están adjuntando pensamientos a la ristra, no hay que llegar a conclusiones motivadas por influencias externas, pues ello desvirtuaría y corrompería el razonamiento.

Todo el mundo tiene influencias: religiosas, políticas, amistosas, astrológicas, etc., pero no se debe permitir que esas influencias intervengan y modifiquen las conclusiones de un razonamiento.

Ejemplo: si tengo influencias de la izquierda y quiero proteger a los inquilinos de los desahucios y de la subida de los alquileres, tengo que hacer exactamente lo contrario de lo que proponen los partidos de izquierdas. Si razono en tercer grado, podré comprobar que impedir los desahucios y poner límites al precio del alquiler, acaba perjudicando gravemente a los que tienen menos recursos.

SOMOS UN ESPLÉNDIDO RAMILLETE DE DEFECTOS

He dicho muchas veces que a nuestros defectos nunca los podremos vencer, ni matar, ni ganar, pues sin nuestros defectos seríamos una carcasa vacía. Nuestra personalidad es la foto familiar de nuestros defectos, las virtudes casi nunca salen en la foto, pues se suelen arrinconar en algún recoveco poco transitado de la mente.

En este artículo explico la manera de lidiar con nuestros defectos, sabiendo de antemano que nunca podremos vencerlos, eliminarlos o silenciarlos. Hay que tener mano izquierda y tratarlos como a niños pequeños, pero procurando que ni se enfaden ni se salgan con la suya. El operador y sus defectos: una familia bien avenida

Lógicamente, durante un razonamiento no nos podemos permitir llegar a ninguna conclusión ni tomar ninguna decisión importante empujados por ninguno de nuestros defectos.

Los amos conocen muy bien nuestros defectos, y se basan en ellos para llevarnos al patíbulo aplaudiendo. Cualquier decisión tomada bajo la influencia de nuestros defectos nos llevará al desastre.

Hay que tener en cuenta que, por cada uno de los amos hay más de 100 millones de personas, eso excluye de facto el uso de la fuerza para imponer su agenda. La única solución que tienen es aprovecharse de nuestros defectos para que vayamos implorando que nos administren el veneno que nos matará.

NO EVADIR LA REALIDAD

Como decía Krishnamurti, sólo es sagrado LO QUE ES. La realidad es inmutable, nadie puede modificarla. Si no te gusta la realidad, el que tiene que cambiar eres tu, la realidad no se va a mover, aunque cojas una pataleta.

Cualquier razonamiento basado en fantasías irreconciliables con la realidad está condenado al fracaso.

La gente evade la realidad que no le gusta emborrachándose, fumando porros o rezándole a Dios para que la cambie. Son tres posturas infantiles que nunca le van a traer paz y felicidad.

El futuro será un infierno o un paraíso dependiendo de las acciones y decisiones que tomamos en el presente. Y hay que pensarlo bien, pues la realidad no admite quejas, cambios ni devoluciones.

DEPENDENCIAS

Todos somos dependientes de algo: dependencias económicas, laborales, familiares, adictos a alguna droga (legal o ilegal).

Si se quiere razonar en tercer grado, es conveniente mantener las dependencias personales al margen. El razonamiento no debe verse contaminado por los problemas personales, ya que en ese caso tendremos una fuerte tentación de coger el atajo que nos libra del síndrome de abstinencia, a cambio de arruinar nuestro futuro.

DESEOS

Un deseo en sí mismo es un conflicto entre la voluntad y la realidad. Como hemos dicho antes que la realidad es inmutable, ya sabemos quién va a salir perdiendo en dicho conflicto.

Mucha gente tiene su vida basada en deseos irrealizables. Viven en una fantasía imposible, que si se pudiera realizar sería también insostenible. Y no contentos con querer conseguir cosas imposibles, encima tienen la pretensión de que se las tienen que pagar los demás.

Pongo un ejemplo personal: a mi me gustaría andar por la calle llevando puesta la corona de la Reina de Inglaterra, con el fin de disimular mi frente excesivamente despejada. Pero la reina es una mala persona, puesto que no quiere regalármela. No hay derecho que la reina tenga corona y yo no. Voy a crear una asociación de afectados por escasez de coronas, y el Gobierno tiene la obligación de darme lo que pido.

A la hora de razonar, tengo que procurar que ninguno de mis disparatados deseos influya en mis conclusiones.

LA TERCERA OPCIÓN

A la gente la han educado para tomar decisiones binarias. O crees en Dios o eres ateo. O eres de izquierdas o de derechas. O eres del Madrid o del Barcelona. O eres feminista o eres machista.

La gente pocas veces usa la tercera opción, que casi siempre es la más correcta:

Ni creo en Dios ni soy ateo, sencillamente es un tema irrelevante que no me incumbe.

No soy de izquierdas ni de derechas, ya que todos son igual de corruptos. Soy consciente que la dictadura de la mayoría suele ser más cruel que cualquier tirano y que la mayoría siempre escoge lo que menos le conviene.

No me gusta el fútbol.

No soy ni feminista ni machista. Pienso que todos los seres humanos tienen los mismos derechos y que cada uno es diferente a todos los demás. Querer que todos sean iguales como si hubieran salido de una cadena de montaje suena a fantasía infantil.

Si a alguien le interesa, se pueden poner situaciones concretas en los comentarios, para ir analizando cómo habría que razonar ante esa situación y qué soluciones habría que darle. Para ejercitarse en algo abstracto, lo ideal es hacer simulaciones prácticas, ya que pronto hará falta hacerlo en la vida real.